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¡¿CIENTÍFICOS FREELANCERS?!
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Por el  Dr. José Agustin Breña Naranjo Investigador del Instituto de Ingeniería de la UNAM

El futuro del apoyo y financiamiento en materia de investigación científica se encuentra bajo una transformación radical. Si bien la globalización ha favorecido la competitividad y productividad del sector científico a nivel mundial, el aumento en la inversión para la investigación y el desarrollo (principalmente del sector público) no ha crecido al mismo ritmo que la producción científica. Esta situación ha creado de manera indirecta cambios y desequilibrios de tipo laboral en las universidades e institutos de investigación.

Estos desequilibrios tienden a convertirse en círculos viciosos, tal como lo exhibe la Dra. Paula Stephan, profesora en economía laboral de la Universidad Estatal de Georgia, quien publicó hace más de un lustro un libro titulado “How Economics Shapes Science” en el cual se analizan las inversiones y costos del sector científico en Estados Unidos.

Dentro de los resultados principales de este trabajo, se muestra, entre otros, la evolución de la productividad del sistema científico estadounidense (universidades públicas y privadas, laboratorios nacionales e institutos de salud) y en la cual existe claramente una tendencia general enfocada a disminuir los riesgos y costos de la investigación. Dicho de otra manera, actualmente el objetivo principal de la investigación consiste en seguir generado una cierta cantidad de productos (artículos indizados, patentes) a un menor costo y tomando el menor número de riesgos posibles.

Por ejemplo, en cada proyecto que recibe financiamiento público o privado, los investigadores principales tienden a contratar estudiantes de doctorado y, de preferencia investigadores postdoctorales para reducir costos: en un postdoctorado no se paga colegiatura durante 4-5 años y, riesgos: el investigador postdoctoral ya tiene experiencia previa e independencia para realizar investigación mientras que un estudiante de doctorado es una incógnita en términos de producción científica.

De esta forma la productividad del proyecto (y del grupo de investigación) tiende a ser lo más alta posible. Sin embargo, esta política de facto ha estado inhibiendo la contratación de nuevo personal académico en las universidades y centros de investigación. Debido a que un aumento en la productividad científica implica una mayor contratación de estudiantes de doctorado y, por lo tanto, un mayor número de doctores graduados, el mercado laboral para los jóvenes académicos en sistemas como los que prevalecen en EU se ha vuelto aún más competitivo de lo que era hace 10 o 20 años.

La competitividad dentro del sector científico, principalmente en Estados Unidos y Europa, ha traído de manera indirecta un auge en la subcontratación de terceros como estudiantes de posgrado e investigadores postdoctorales para hacerse cargo de ciertas actividades fundamentales en el desarrollo de la investigación científica. Este tipo de contratación de terceros, también conocido como outsourcing ha empezado a ser considerado como una tendencia inevitable dentro del ámbito científico. De hecho, actualmente existen empresas dedicadas únicamente al outsourcing de ciertos productos o servicios específicos que las universidades y empresas están dispuestas a pagar para llevar a cabo sus investigaciones a un menor costo y tiempo.

Cabe destacar que, en la mayoría de los casos, estas empresas son el resultado de una asociación entre jóvenes académicos que vieron la precarización del mercado laboral científico como una oportunidad empresarial para crear diferentes servicios especializados y ofrecerlos de manera externa.

Por ejemplo, empresas como Zymergen (una startup biotecnológica que recientemente levantó capital por 44 millones de USD) ofrece a sus clientes una “mejora en los costos de producción existentes”. Otro caso, como AccuraScience (una compañía que provee servicios bioinformaticos de la mejor calidad) promete una reducción en costos y tiempo del 82% y 64%, respectivamente, en comparación con un laboratorio de investigación convencional.

Finalmente, Science Exchange va un paso más allá y ofrece una plataforma que conecta a empresas, investigadores y compañías de outsourcing científico de acuerdo a sus intereses y necesidades. Más allá de ser un Facebook en ciencia experimental, el objetivo de esta compañía consiste en “buscar y encontrar servicios de desarrollo e investigación a través de miles de proveedores cualificados”.

Esta situación exhibe al outsourcing científico como una consecuencia de la monetización de la investigación científica. Sin embargo, existen excepciones. Por ejemplo, la CEO y fundadora de Science Exchange, la Dra. Elizabeth Iorns creó dicha startup mientras realizaba su postdoctorado en farmacología: “cuando busqué un laboratorio que pudiera apoyarme en el análisis de mi investigación, me di cuenta que no había ninguno en mi universidad”, por lo que tuvo que hacer un catálogo de los laboratorios disponibles capaces de realizar esta tarea tan específica.

A diferencia de Zymergen y AccuraScience, los cuales obtienen ingresos mediante la venta directa de sus servicios, el modelo de negocio de Science Exchange consiste, como intermediario del outsourcing, en cobrar un pequeño porcentaje (entre el 5% y 10%) del valor del contrato del servicio. No obstante, las cifras indican que los clientes están dispuestos a pagar por un servicio de outsourcing (y el cual se vuelve cada vez más global). Se estima que solo en el sector farmacéutico y de biotecnología, aproximadamente 40% (representa un valor de más de 50,000 millones de USD) de la inversión en dichos sectores se va a proveedores de servicios externos.

Si bien la característica principal del outsourcing radica en generar ahorros en una organización mediante la subcontratación de terceros de forma externa, en el sector de la investigación, el outsourcing tiene la posibilidad de convertirse en una nueva forma de colaboración entre pares científicos con intereses afines, pero con disparidades presupuestales. Este tipo de colaboraciones se podrían llevar a cabo dentro de una misma organización, entre organizaciones del mismo país o de diferentes países.

En países como México, con niveles de inversión en investigación científica por debajo de su potencial, esquemas de colaboración de tipo internacional basados en el outsourcing podrían simultáneamente aumentar la producción científica de ambos grupos de investigación, generar recursos para el proveedor y ahorros para su contraparte, respectivamente.

La evolución de la economía laboral dentro del sector científico ha y seguirá generando cambios importantes a nivel mundial. Por un lado, en países con sistemas altamente intensivos en capital, existe una fuerte presión por seguir aumentando la productividad científica mediante la contratación temporal de personal académico altamente capacitado (postdoctorados) y la tercerización de ciertas tareas a una organización externa mientras que en países con sistemas moderadamente intensivos en capital (con subsidios importantes del gobierno, como es el caso de México) pero con una menor inversión pública y privada.

Adicionalmente, otro aspecto a considerar es que, a pesar de estas diferencias, ambos sistemas se encuentran actualmente en una situación laboral compleja y extremadamente competitiva en algunas disciplinas, principalmente para las nuevas generaciones de investigadores, en donde el número de candidatos cualificados para ocupar una plaza de profesor-investigador supera por mucho el número de plazas disponibles.

Bajo estas condiciones, el outsourcing puede resultar positivo por su potencial que ofrece en términos de emprendimiento científico. Finalmente, el potencial en México podría ser considerable si este logra implantarse y regularse dentro de un contexto de economía colaborativa.

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