Por: Erick Insuasti

A través del tiempo, la razón humana ha evolucionado hacia la conciencia sobre la importancia de preservar el espacio que nos brinda alimento y refugio. Las nuevas generaciones nos estamos involucrando en todas aquellas acciones que, directa o indirectamente, están deteriorando los ecosistemas de nuestro planeta. Uno de estos esfuerzos es el desarrollo de materiales sustentables, es decir, aquellos que se deriven de una fuente vegetal renovable.

En este sentido, la investigación actual se ha volcado hacia nuevos biomateriales que sean biodegradables, no tóxicos y renovables. Mi interés por los biomateriales empezó en el sexto semestre de la carrera de Ingeniería Biomédica en la Universidad Yachay Tech, Ecuador, en donde tomé la asignatura de ‘Biomateriales e implantes’. Durante este curso, pude absorber conocimiento relacionado con el desarrollo de biomateriales sintéticos para fines biomédicos como prótesis mecánicas internas. Allí pude entender que la mayoría de materiales que se usa en la industria médica son sintéticos, es decir, basados en extractos de petróleo.

Fue allí, en donde mi curiosidad me llevó a leer artículos científicos sobre el uso de polímeros extraídos de fuentes vegetales que funcionan como sustitutos a los polímeros sintéticos y con aplicaciones prácticamente similares. Bajo este panorama, me sentía más motivado con cada artículo leído; podía evidenciar que con el pasar de los años, la investigación centrada en esta temática crecía. Posterior a esto tuve la fortuna de participar en varios espacios de discusión sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Economía Circular. Ahora, me sentía más capaz de ejecutar un cambio desde mis posibilidades y desde mi entorno.

Luego de un tiempo de estar involucrado en estos grupos, llegó el momento de hacer mi proyecto de tesis. Sabía que debía aplicar todos estos objetivos en este trabajo final. Y por ello, decidí extraer un biopolímero de un desecho de fruta muy consumida en Ecuador: el maracuyá. Investigué su potencial para la aplicación en mi proyecto y resultó ser una buena decisión.

Tiempo después conocí a GESTÍCA y me pude involucrar con otra área de aplicación de los biomateriales: los bioplásticos. GESTÍCA propuso un reto y el biopolímero que ofrecí llamó la atención en varios grupos de la sala. Actualmente me encuentro trabajando con la empresa “Emisiones Neutras”, en donde todos los días estoy aumentando mis conocimientos en el área. No solo conocimientos teóricos, sino también conocimientos relacionados con la estructura de un proyecto/emprendimiento, o la comunicación adecuada de los conceptos técnicos a desarrollar. La capacitación constante es fundamental para ampliar nuestro abanico de ideas y desarrollar un pensamiento más crítico basado en evidencia científica.

Durante las primeras fases del desarrollo de este proyecto, me sentí un poco perdido debido a que el campo de los bioplásticos era nuevo para mí. Con el pasar de los días y reuniones, pude obtener un amplio espectro de la temática. Hoy por hoy, me encuentro motivado por el proyecto que estamos desarrollando y sé que quiero involucrarme en este campo algunos años más. Sé que el futuro nos pertenece, a tal grado, que debemos construirlo. Los principales agentes de cambio están adoptando medidas con base en base en la Economía Circular, y son más conscientes de su realidad.

Necesitamos más gente de nuestro lado. Gente que utilice la ciencia como modelo de desarrollo y sostenibilidad. Únete al lado verde de la historia.

Mi nombre es Erick Insuasti Cruz, Ingeniero Biomédico de la Universidad Yachay Tech en Ecuador. Joven entusiasta de la ciencia y el desarrollo social que ésta trae consigo.